suavemente apaniguas la índole abisal que escribe mi boligrafo
Cálida clepsidra de silencios sistemáticos que matan golpe a golpe al violinista,
no vuelques el tintero de tus noches de vigilia en la abjuración del tequila...
Un último poema
para una última noche de humo y palabras
Una última sentencia
para este último juicio en el juzgado de mi loca cordura...
Te juzgo, jornalero, cuerdo y verdugo. Valoro, asímismo, tu pluma voraz, hachazos de alma cargados de afilado sentimiento. Estimo, ¿equivocado...?, amargura desbocada de corazón herido.
ResponderEliminarEutsi horri, Alain.
Joseba.